Unos aceptaban lo que Pablo decía, pero otros no creyeron.

Hechos 28,24

Como madre de dos hijos me ha sucedido infinidad de veces que previne a mis hijos de ciertas cosas y ellos no hicieron caso, y las consecuencias fueron negativas. A veces esto me molesta y enoja, entonces suelo decir las tan conocidas frases como: “Te lo dije diez veces e igual no lo hiciste”, “yo te avisé, pero vos no me escuchaste”, “yo tengo mucha más experiencia que vos y sé lo que te digo” etcétera. Seguramente usted, querido lector o lectora, conocerá estas expresiones si tiene hijos.

En este relato, el Apóstol Pablo cumple con su responsabilidad de anunciar las Buenas Nuevas de Jesucristo, pero también tiene la experiencia de que muchos no lo escuchan o no quieren aceptar el mensaje que él trae. Esta experiencia la tenemos a nivel individual, pero también la tenemos como Iglesia: la buena noticia del amor y la gracia de Dios son anunciados pero no todos quieren oírlo ni aceptarlo. Por esa razón, es importante distinguir entre la responsabilidad de uno de cumplir con la responsabilidad y tarea que se tiene y, por el otro lado, la libertad del otro de escuchar y aceptar el mensaje que recibe. Lo segundo no debe condicionar lo primero. El anuncio de la Buena Noticia de Jesucristo se debe llevar adelante sin dejarnos influenciar negativamente por la escasez de las respuestas.

Nuestra responsabilidad es ser anunciadores del reino de Dios con palabras y hechos. Tomando el ejemplo de la jardinería, es sembrar sabiendo que el tiempo hasta la germinación puede ser corto o muy largo y que inclusive no todas las semillas germinarán.

Queremos ser, Señor, servidores de verdad, testigos de tu amor, instrumentos de tu paz. (Canto y Fe N° 300)

Sonia Skupch

Hechos 28,17-31

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