En aquel tiempo, como el número de los creyentes iba aumentando, los de habla griega comenzaron a quejarse de los de habla hebrea, diciendo que las viudas griegas no eran bien atendidas en la distribución diaria de ayuda.

Hechos 6,1

La comunidad se encuentra en problemas. A sus miembros les cuesta entenderse y ponerse de acuerdo. Surgen murmuraciones y quejas, las cuales llegan a oídos de los apóstoles, quienes son llamados a intervenir. ¿Coincidencia con nuestra realidad actual?

¿Qué genera conflictos en nuestras comunidades? ¿Cómo los resolvemos? ¿Cómo vivimos en medio de las diferencias?

La comunidad del relato bíblico estaba en constante crecimiento. Y comenzó a ser perturbadora la convivencia entre hermanos cuyos orígenes, costumbres y comprensiones del mundo, incluso del Evangelio y de la vida en comunidad, eran tan distintos. Sin embargo, se pusieron en las manos de Dios, y luego de orar, eligieron líderes llenos de fe y de buena reputación que, bajo la dirección del Espíritu, condujeron a la comunidad de tal manera que ésta permaneció unida, y muchos más se adhirieron a ella.

Hoy en día también estamos llamados a mantenernos unidos a pesar de las diferencias. En primer lugar, a la unidad, que sólo florece donde reina el Espíritu, y que no se rompe ante los conflictos, porque lo que es de Dios no puede ser quebrantado por nada ni nadie; y luego, a permanecer unidos en medio de la diversidad, diversidad que no es el bien en sí misma, sino una característica de la comunidad gobernada por el Espíritu, que refleja el amor de Dios presente en ella. Sí, pues sólo donde el reina el Espíritu puede surgir este amor, amor incondicional.

Robinson Reyes Arriagada

Hechos 6,1-7

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