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Ustedes, hermanos, han sido llamados a la libertad. Pero no usen esta libertad para dar rienda suelta a sus instintos. Más bien sírvanse los unos a los otros por amor.

Gálatas 5,13

Desde la fe, el apóstol Pablo les escribe a los gálatas. El lenguaje de la fe es simbólico y el de la ciencia explicativo. La libertad que significa vivir en la fe es el símbolo creíble, hoy, en las múltiples de esa sobreabundancia del amor: el beso al leproso, la reacción ante la injusticia, la donación de un órgano, el hallazgo de una medicina, el compromiso por la paz, la representación de la belleza, la plantación de un árbol, la caricia a un animal, y mucho más. Estos son signos que nos conducen a la plenitud de la vida. Y como todo, tienen su grado mayor o menor de significación. Pero, la práctica de la libertad, por la fe, no es lo mismo que el libertinaje. El libertinaje se desarrolla cuando la libertad no tiene cause ni real orientación. Libertinaje es el egoísmo de sólo actuar en beneficio propio y para satisfacer la propia pulsión o empuje, sin medida ni horizonte. Ahí levanta su voz el apóstol: no usen esa libertad para dar rienda suelta a sus instintos. Al contrario, desarrollen sus capacidades y sus dones, crezcan como personas que viven en una comunidad –la familia, las relaciones laborales, el espacio de militancia política y social, y tantas otras formas de relaciones- la idea de la ayuda mutua es parte del concepto de libertad: una persona es persona a causa de los demás; y sólo puede ser realmente libre a través del otro, de la otra.

Que tengamos un buen día, sirviendo en amor.

Bruno Knoblauch

Gálatas 5,1-15 

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