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Echa tu pan sobre las aguas; porque después de muchos días lo hallarás.

Eclesiastés 11,1

Este capítulo empieza dándonos un refrán. Con él nos enseña que lo más sabio de la vida y con mejores resultados es obrar con solidaridad.

Grafica su pensamiento con “echar el pan sobre el agua”. Lo que parece un absurdo (una “paparota” dijo un alumno adolescente en una clase bíblica) y aparentemente ridículo. Tal vez fue tomado de la propia experiencia de los hebreos que por siglos vivieron en Egipto viendo cómo se sembraba en las inundaciones del Nilo. ¿Cómo? Con fe y esperanza de un resultado positivo. Pero no se arrojaba “pan” sino la semilla del trigo con que luego se hacía el pan. Todo un símbolo de vida.

Así también es en la vida cotidiana. Nuestras ayudas solidarias no sabemos a quiénes pueden alcanzar. Pero lo visto y experimentado me ha enseñado que lo dicho hoy sobre “Haz bien sin mirar a quién” es una de las maneras más sabias de armar nuestro cotidiano vivir. Y como para aquellos sembradores de la antigüedad, la cosecha será abundante y segura.

Mis padres me enseñaron que “Dios no mira para otro lado”, sabe y conoce cada uno de nuestros actos, presentándose vivo y poderoso con sus bendiciones a la hora de cosechar. Esta valiosa enseñanza la tomaron mis padres de la Biblia.

Tampoco nosotros debemos mirar “para otro lado”, aunque más no sea por algún mezquino impulso de “mañana puedo ser yo el pobre”. Seamos solidarios, y Dios bendecirá. Así lo enseña nuestra amada palabra del Señor. En este mes de la Biblia, ¿qué mejor homenaje que ser solidarios con el prójimo?

Alicia Gonnet

Eclesiastés 11,1-10

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