Ahora pues, ¿por qué desafían ustedes a Dios imponiendo sobre estos creyentes una carga que ni nosotros ni nuestros antepasados hemos podido llevar?

Hechos 15,10

En dos mil años de historia que tiene la Iglesia de Cristo, han surgido numerosas controversias respecto de dogmas y prácticas y de su validez. La Iglesia Primitiva, cuando aún estaban con vida los apóstoles, testigos directos de Cristo, no fue la excepción. Algunos fariseos convertidos al cristianismo pretendían que los nuevos conversos del paganismo en Antioquía también respeten las Leyes de Moisés. Esta situación trajo una acalorada discusión contra Pablo y Bernabé que veían totalmente innecesaria esta carga, y decidieron llevar esta controversia a Jerusalén a los apóstoles y ancianos.

La forma como la Iglesia Primitiva resuelve este problema es un ejemplo de vida comunitaria cristiana que incluso hoy todavía nos maravilla. La decisión no la tomó una sola persona, ni Pablo, ni Pedro, ni tampoco Santiago. La decisión fue tomada en consenso dentro del marco de la Asamblea (Iglesia). Y sí, fue Pedro el vocero que anunció lo que para ellos era el corazón del debate y es el texto que encabeza esta reflexión: “¿Por qué desafían ustedes (los fariseos) a Dios imponiendo sobre estos creyentes (paganos) una carga (algunas Leyes de Moisés) que ni nosotros (los judíos) ni nuestros antepasados hemos podido llevar?”

También en estos tiempos de tribulaciones, de pruebas, de enfermedades terribles, Jesús nos pone de preaviso respecto de los fariseos modernos, que traen nuevos reglamentos, nuevas profecías, nuevas revelaciones sobrenaturales y que “atan cargas pesadas y difíciles de llevar”.

Jesús nos consuela y nos llama: “Vengan a mí todos ustedes que están cansados de sus trabajos y cargas, y yo los haré descansar”. Amén. Ven Señor Jesús.

Gabriel Enrique Wagner

Hechos 15,1-12

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