Den al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios.

Lucas 20,25b

El objetivo de Jesús es que los espectadores piensen en la importancia que les dan a ambas cosas, pero el foco está puesto en Dios.

Dar a Dios lo que es de Dios.

Hoy, quizás formamos parte de una sociedad que le da mucho más al César que a Dios.

Sin dudas nos hace pensar en lo que le dedicamos a Dios.

Cuando uno está postrado percibe lo maravilloso que es poder caminar. Cuando uno no puede encontrarse a celebrar, se da cuenta qué importante es formar parte de una comunidad. ¿Sucederá lo mismo con el lugar que le damos a Dios en nuestras vidas?

“Dar a Dios” implica ofrecer tiempo, hacer esfuerzo, tener ganas, poner voluntad, aportar dinero; para ayudar, permitir que otros formen parte, se integren, coman un pedazo de pan. Así de sencillo es darle a Dios lo que le pertenece.

Servir a Dios es saber elegir lo bueno para los demás, para uno, para su Iglesia, para el mundo, aunque a veces parece que uno mismo está perdiendo.

Servir a Dios es tener ganas de ser comunidad, es elegir el encuentro, es elegir la oración, la alabanza, es sostener su Iglesia, porque a través de ella podemos sentir que no estamos solos y que tenemos la oportunidad de compartir la palabra, que nos fortalece y nos da esperanza para seguir adelante.

Darle a Dios lo que es de Dios y que en definitiva no nos pertenece.

Eugenio Albrecht

Lucas 20,20-26

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