¡Ánimo! ¡Soy yo! ¡No tengan miedo!

Marcos 6,49 (RVC)

Jesús ordenó a sus discípulos entrar a la barca e ir delate de él. Ellos hicieron, en obediencia, lo que el Señor les mandó y se encontraron con viento contrario. Así también nosotros, muchas veces, en obediencia a Dios en lugar de que las cosas nos salgan bien, parece que es-taríamos “remando en el dulce de leche”. Sin embargo, en medio de lo más oscuro de la noche, en el sentir de que Dios no oye nuestra súplica y que los tiempos de Dios se hacen muy largos, Jesús va a nuestro encuentro en medio de la tempestad de nuestra alma.

Él te dice amigo/a y hermano/a: Ánimo, Soy yo, No tengas miedo. Es normal perder el ánimo en medio de vientos contrarios, pero la pre-sencia de Jesús calma nuestra alma agitada y también, al subir a nues-tra barca, calma la tempestad. Es el soy yo o yo soy, que se encuentra en medio de la frase dicha por Jesús. Él es el único que puede levantar nuestro ánimo y ahuyentar el miedo.

Algunas aplicaciones y enseñanzas para meditar:

Primero: Una vida de obediencia a Jesús no nos garantiza una exis-tencia feliz necesariamente.

Segundo: Cuando él viene a nuestro encuentro, tenemos paz aún en medio de la tormenta.

Tercero: Obedeciendo su palabra y contando con su presencia nuestro destino está asegurado.

Cuarto: El destino como Iglesia es servir, cumpliendo la misión que Jesús nos encomendó (v. 53-56).

No tengas miedo si es la noche oscura, tú no estás solo, ya no hay soledad; aunque la vida te parezca dura, hay quien dirige de la eterni-dad. (Canto y Fe Nº 204)

Omar Darío Dalinger

Marcos 6,45-56

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