Esto dice el Señor todopoderoso: Esfuércense, ustedes que en estos días han oído las palabras dichas por los profetas.

Zacarías 8,9

Todo el capítulo 8 de Zacarías está sembrado de visiones de bendición, restauración, paz y alegría. Es el anuncio de la voluntad salvífica de Dios para un pueblo castigado por la guerra, la injusticia y las múltiples consecuencias del apartamiento de los caminos del Señor. Pero en medio de esas visiones casi increíbles (“esto parecerá imposible a los ojos de los que queden de mi pueblo pero a mí no me lo parecerá” (Zacarías 8,6) aparece esta palabra del Señor: Esfuércense. La bendición que se va a recibir necesita compromiso. No llueve del cielo sin más. Sin trabajo, sin dedicación, sin esfuerzo, nada se consigue. Como de nada sirve todo ese trabajo y esfuerzo si no está fundado en la confianza en ese Dios de la promesa. Este mensaje es muy importante para nosotros, para nuestra cultura de hoy, donde muchas veces se vende la fantasía del éxito fácil, como una cuestión mágica que dependiera en todo caso de la suerte o la buena estrella de cada uno y cada una. Sin caer en el voluntarismo, el profeta nos invita a la reflexión y nos hace pensar que si queremos bendición, tenemos que comprometernos a trabajar por ella. Si queremos justicia, habremos de buscar caminos de justicia. Si queremos paz, seamos constructores de la paz en la vida de cada día. A nuestros ojos seguramente parecerá difícil, pero a los ojos de Dios todo es posible.

Oración: Amado Dios, que en este tiempo de fin de año donde se venden tantas fantasías engañosas, exitismo facilista y paz de cotillón, nosotros podamos buscar la paz profunda que viene de ti. Amén.

Marcelo Nicolau

Zacarías 8,1-23

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