¡Ojalá yo fuera el juez de este país, para que vinieran a verme todos los que tienen pleitos legales y yo les hiciera justicia!

2 Samuel 15, 4

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Absalón construyó una campaña electoral que sería la envidia de muchos políticos y políticas contemporáneos. Además de que era “bien parecido” (2 Samuel 14,25) de por sí, se preocupó por cultivar una imagen de hombre poderoso formando una guardia personal de cincuenta hombres. Comenzó a levantarse temprano para mostrar que trabajaba duro. Se hacía presente a la orilla del camino, a la entrada de la ciudad, en el lugar más estratégico para hacerlo. Se esforzaba por tomar contacto con las personas que tenían algún problema, y se interesaba personalmente por sus historias preguntando por ejemplo de qué ciudad eran. Mostraba compasión hacia ellas reconociendo que sus demandas eran justas y razonables. Prometía que sus demandas serían atendidas si accedía al poder, pero no aclaraba cómo. Se cuidaba de no atacar de manera directa a quien en ese momento de-tentaba el poder. No vacilaba en extender la mano y abrazar y besar a quienquiera que se acercara a saludarlo.

De este modo, Absalón lograba disimular el hecho de que pretendía destronar a su propio padre. Por lo pronto, ya había eliminado a uno de los posibles contendientes cuando, pasando por encima de la autoridad de su padre, y con la excusa de hacer justicia a su hermana Tamar, había ordenado a sus criados que mataran a su hermano Amnón ante la mirada horrorizada de sus otros hermanos (2 Samuel 13, 29.36).

Pidámosle a Dios que nos dé sabiduría para no dejar que nos robe el corazón una política o un político que no merezca nuestra confianza.

Andrés Roberto Albertsen

2 Samuel 15,1-12

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