(…) Toda la gente quería tocar a Jesús, porque los sanaba a todos con el poder que de él salía.

Lucas 6,19

De todos los milagros que obraba Jesús, sin dudas su poder sanador fue uno de los que más llamaba la atención y de los más solicitados por aquellos que lo buscaban y lo seguían. En nuestros días no es muy distinto, todavía en muchas oportunidades oramos y pedimos a Jesús que obre en nuestras realidades y nuestros entornos su infalible milagro de la sanación. ¿O acaso nunca han orado para que Jesús cure a alguien que aman?

En el relato de Lucas, la única acción que buscaban las personas era poder acercarse a Jesús y tocarlo para poder ser sanados y sanadas de todas sus dolencias.

¡Sí, acercarse! para poder sentir su inmenso poder obrando y actuando en sus realidades, para verlo de cerca y saber de quién se trataba, para conocerlo y quizás, también con la mirada, poder suplicarle compasión y un milagro que cambiara la calidad de sus vidas.

Y nosotros, ¿cuánto estamos dispuestos a acercarnos a Jesús para sentir su poder? O mejor, ¿cuánto estamos dispuestos a acercarnos a nuestros prójimos para ver sus necesidades y dejar que vean las nuestras? ¿Cuán cerca de nuestras vidas sentimos a Jesús? ¿Sentimos su gracia y su amor obrando en nosotros? ¿Estamos lo suficientemente cerca como para ver los milagros que obra en nuestras vidas?

Acercarse, es una actitud de amor que nos permite ver a Jesús reflejado en nuestros prójimos y dejar que nos vean como prójimos de alguien.

Que podamos en todo momento sentir a Jesús cerca de nuestras realidades y de nuestras vidas. Amén.

Karla Steilmann

Lucas 6,17-26

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