Algunos de los judíos creyeron, y se unieron a Pablo y Silas. También creyeron muchos griegos que adoraban a Dios, y muchas mujeres distinguidas.

Hechos 17,4

Resulta interesante descubrir en este capítulo de Hechos cómo muchos judíos y también griegos (entre ellas mujeres) comenzaron a creer después de que Pablo les predicara el Evangelio. Esto sucedió en Tesalónica.

Pero a raíz de la difamación y persecución que sufrieron -tanto Pablo como Silas- debieron partir para otras ciudades como Berea y Atenas. Dice que allí el mensaje era recibido de buena gana por parte de judíos y también griegos. Y el texto aclara que entre los griegos había también mujeres distinguidas. Una de ellas se llamaba Dámaris (v.34).

Hoy, la situación de los predicadores en algunos aspectos es diferente, al menos en nuestro país. Ya no hay persecución ni ataques, ni necesidad de huir. Lo que no ha cambiado es que, hoy como entonces, hay muchos que se interesan por entender, aprender y conocer mejor a Dios. Y al igual que aquellas distinguidas mujeres griegas, estudiosas y pensadoras, seguimos teniendo dentro de nuestras comunidades mujeres de mente abierta deseosas de escuchar, conocer y aprender.

En una época en que a las mujeres se les negaba la entrada al templo, se les prohibía la posibilidad de aprender la Palabra y dar testimonio de su fe, Pablo situó a la mujer en un lugar relevante. Muchos prejuicios fueron superados porque no pocas mujeres sometidas a sus maridos, obligadas a limitarse a las labores domésticas y crianza de hijos, conocieron a Jesús. En ese afán de querer superarse supieron de un proyecto de vida digna y plena para todos y todas y se unieron a Pablo en su fascinante misión.

Aunque todavía quedan rezagos de algunos prejuicios, – gracias a esas nobles, cultas e instruidas mujeres, hoy podemos hacer nuestras aquellas palabras del mismo Pablo cuando dijo que “ya no importa ser judío o griego, esclavo o libre, hombre o mujer, porque unidos a Cristo Jesús, somos uno” (Gálatas 3,28)                                                  

Stella Maris Frizs

Hechos 17,1-15

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