2º domingo de Pascua, Quasimodogeniti
Jesús hizo muchas otras señales milagrosas delante de sus discípulos, las cuales están escritas en este libro. Pero estas se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengan vida por medio de él.
Juan 20,30-31
De pronto, entre diversas historias de apariciones de Jesús a sus discípulos, aparecen estos dos versículos en los cuales el evangelista explica brevemente por qué ha puesto por escrito estas historias. ¿Para qué se pusieron por escrito? Para que aquellos que lo lean o lo escuchen crean en que Jesús es el Mesías esperado y para que tengan vida eterna.
Los cuatro Evangelios del Nuevo Testamento contienen historias fascinantes, historias que animan la creatividad y la fantasía, tal es así que incluso muchas de ellas han sido filmadas o teatralizadas. Pero no debemos olvidar que el fin último de los Evangelios es el anuncio de la buena noticia de la vida, muerte y resurrección de Jesucristo, es un testimonio de fe para que otros crean. Las historias de Jesús nos son legadas a través de los tiempos para que no solamente aquellos que fueron contemporáneos de Jesús puedan creer y tener vida plena, sino nosotros también.
También nosotros tenemos nuestras historias de fe: historias de la presencia de Jesucristo en nuestra vida, historias de sanidad, historias de cambios rotundos en la vida a partir del encuentro con Jesucristo, historias en las cuales damos testimonio de lo que vivimos y experimentamos en nuestra vida con Jesús. Muchas veces somos muy tímidos con ellas y no nos animamos a contarlas, pero…, ¿y si nuestra historia de fe es de inspiración y fuente de fe para otros?
Grato es contar la historia más bella que escuché, más áurea, más hermosa que cuanto yo soñé; decirla siempre anhelo, pues hay quien nunca oyó que para hacerle salvo el buen Jesús murió. (Culto Cristiano N° 264)
Sonia Skupch
Salmo 14,1-7; Hechos 5,12-16; Apocalipsis 1,9-20; Juan 20,19-31; Agenda Evangélica: 1 Pedro 1,3–9