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Jesús se dirigió otra vez a la gente, diciendo: -Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, tendrá la luz que le da vida, y nunca andará en la oscuridad.

Juan 8,12

Yo soy la luz del mundo, dice Jesús. Cuando él  estuvo en esta tierra, sus discípulos vieron que su Maestro irradiaba esa luz de la vida que borraba sus dudas, echaba fuera sus temores y fortalecía su fe. Después de la resurrección de Jesús, el fervor de su amor animó sus corazones, fortaleció sus espíritus y condujo sus pasos. Como vivían en comunión con el Señor, pudieron llevar esa luz de la vida al mundo y compartirla con los demás.

Y de eso se trata, la enseñanza para nuestras vidas: Dios quiere que vivamos de tal modo, que los que nos rodean puedan iluminarse, puedan ver en nuestras vidas lo que significa creer en él y tratar de honrarlo. Que reconozcan que nuestra luz proviene de Dios, y que nuestras acciones son su obra, ejercida a través de nosotros.

En un mundo en tinieblas, ¡caminemos en la luz de aquél que nos guía tanto a la vida abundante como a la vida eterna…!

Gladis Susana Gomer

Juan 8,12-20

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