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Les aseguro que quien presta atención a lo que yo digo y cree en el que me envió, tiene vida eterna; y no será condenado, pues ha pasado de muerte a vida.
Juan 5,24
Cuántas veces las palabras de Jesús han sorprendido a sus oyentes. Y éstas son otro ejemplo de ello. Cuando nos detenemos para ver más de cerca las implicancias de su mensaje, quedamos sorprendidos, sorprendidas porque habla de un Dios que libera. Un Dios que nos acompaña para crear y dar vida en situaciones difíciles, tristes y duras. Una vez más nos dice que Dios es vida, es fuerza creadora. Allí donde él se hace presente, la vida renace.
Se hace presente mediante la palabra de Jesús. Así nos dice que cuando escuchamos y creemos en su palabra como enviado de Dios, pasamos a la nueva vida. Jesús habla de vida eterna más allá de la muerte. Es un paso de la muerte a la vida. La curación del paralítico es la prueba de ello. En ese contexto los muertos son todos lo que todavía no se abren a la voz de Dios.
Nuestros tiempos no son tan distintos a los de Jesús. Hoy nos toca vivir en un mundo en el que hemos desplazado al Dios de la vida y vivimos como si Dios no existiera; porque construimos muerte, injusticias, desigualdades, ni qué hablar de violencia. Generamos una sociedad en la que el mensaje de Dios ha quedado encerrado o silenciado. Necesitamos creer en el Dios que crea, cuida y comparte todo lo que da vida.
Que el evangelio de hoy nos ayude a meditar a lo largo de este día, de esa presencia de Dios que libera con su amor; que abracemos con fe este regalo, esta oportunidad que nos levanta e incorpora nuevas fuerzas y esperanzas.
No estoy solo. Tú estás en mí desde que vine al mundo y estás en mi destino último, me conoces y me amas, no me dejarás nunca abandonada, nada ni nadie podrá separarme de tu amor.
Marisa Hunzicker
Juan 5,31-47