1º domingo de Cuaresma, Invocavit

Te ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la misma tierra de la cual fuiste formado, pues tierra eres y en tierra te convertirás.

Génesis 3,19

Quizás te enseñaron que tu trabajo o tu profesión no es solamente un medio para ganarte la vida, sino que es una oportunidad para servir a Dios y al prójimo. Si te esmeras en tu trabajo, le agradas a Dios, tanto siendo un buen zapatero como siendo un buen pastor o pastora.

El problema es que muchas personas se ven obligadas a hacer un trabajo distinto al que les gustaría, o al que se prepararon para hacer. A muchas personas les cuesta encontrar que su tedioso trabajo sea algo más que un medio (¡para colmo insuficiente!) para proveer sus necesidades. Y lo que es peor, hay muchas personas que no tienen o que han perdido su trabajo.

Quiero que al leer esto sepas que el valor que tienes para Dios no depende de tu situación laboral. Dios no nos mide con la vara del mercado sino con la de su amor compasivo. Tú eres un hijo o una hija de Dios, una persona santa y amada que Dios ha elegido para que formes parte de su pueblo.

Espero que este mismo mensaje también lo escuches en una iglesia, que anime a todos y todas a plantear sus problemas, a ayudarse mutuamente, y a no apurarse a juzgar, y que usen todos los medios a su alcance para protestar de manera enérgica contra el hecho escandaloso e inaceptable de que haya personas cuyo derecho a vivir está en peligro porque ni siquiera pueden satisfacer sus necesidades más elementales.

Andrés Roberto Albertsen

Salmo 32; Génesis 2,15-17; 3,1–7; Romanos 5,12-19; Mateo 4,1-11; Agenda Evangélica: Génesis 3,1-19 (20-24)

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