Jesús se quedó admirado al oír esto, y mirando a la gente que lo seguía dijo: “Les aseguro que ni siquiera en Israel he encontrado tanta fe como en este hombre.”

Lucas 7,9

¿Qué significa para Jesús tener tanta fe? Fe que maravilla al propio Jesús. La historia nos relata que un centurión romano pide a Jesús que sane a su siervo querido, pero no lo hace personalmente y envía a decir que solo con una palabra de Jesús el siervo será sanado. Una persona que no pertenece al pueblo judío muestra la certeza absoluta de que solo la palabra de Jesús es suficiente para que su querido siervo sea sanado. Una confianza que maravilla al propio Jesús y efectivamente termina sanando al enfermo.

¿Confiamos nosotros también en Jesús? ¿Dejamos que las palabras de Jesús nos toquen y nos sanen? ¿Se sorprendería Jesús con nuestra fe hoy día? Claramente la respuesta no es fácil, de lo contrario Jesús no se hubiera admirado frente a la fe del centurión. Hoy se hace complejo poder maravillar a Jesús con nuestra fe, cada día estamos más obsesionados con las cosas materiales y nuestras posesiones, con solo prestar atención a toda la publicidad que nos rodea ofreciéndonos diferentes cosas podremos comprobar dónde estamos depositando nuestra fe.

Pero no debemos desesperar, al igual que en el relato, Jesús está en camino a encontrarnos y ayudarnos con nuestros problemas. Y aceptando que la palabra de Jesús es sanadora encontraremos que nuestra fe se renueva. Encontrarnos con nuestra espiritualidad y nuestra fe es cada vez más importante para fortalecernos y para fortalecer nuestras comunidades.

Refuerza nuestra fe, Jesús, para que podamos reconocer el poder sanador de tu palabra en nuestras vidas. Amén.

Guillermo Perrin

Lucas 7,1-10

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