«La sangre de Fiorela clama al cielo»: carta pastoral de la IERP y la Iglesia Católica

 

Se llama Fiorela Itati Aghem, tenía 20 años y es una víctima más de femicidio en Argentina. El vicario de la IERP y el sacerdote católico dieron a conocer una carta en la que se solidarizaron con la familia, exigieron a al justicia que actúe y pidieron por el fin de la violencia contra las mujeres. Foto: Minuto Uno

SAN VICENTE /  Argentina | IERPcomunica – Luego de conocerse la noticia del femicidio de Fiorela Itatí en la localidad misionera de San Vicente, el Vicario de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata (IERP) Michael Nachtrab y el Cura Párroco de la Iglesia Católica Marcelo Szyszkowski enviaron una sentida y profunda carta pastoral de solidaridad, en la que reclamaron justicia y pidieron por el fin de la violencia contra las mujeres. Entre otras cosas, los  líderes religiosos locales expresaron que la sangre de la joven «clama al cielo», exigiendo que la sociedad deje de lado el silencio y la tolerancia a los hechos de violencia. La joven de 20 años  había denunciado a su ex novio en varias oportunidades, era buscada desde el jueves pasado, por lo que se habían hecho rastrillajes en varios sectores de la región fue encontrada con múltiples signos de violencia en la mañana del lunes 5 de marzo de 2019.

 

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San Vicente, el 5 de marzo 2019 AD

Queridos hermanos y hermanas:

Con temor y temblor, les escribimos con gran aflicción y angustia, y con muchas lágrimas, no para entristecerlos, ni desanimarlos sino para demostrarles el profundo afecto que les tenemos. Tanto como ustedes sentimos una profunda tristeza y conmoción ante este aberrante hecho de femicidio de nuestra querida hermana Fiorela Itatí.

Hacemos nuestro el desgarrador dolor de la familia, aun sabiendo que humanamente no hay palabras de consuelo, que puedan poner paz y luz en medio de este oscuro y silencioso valle de lágrimas. Solo en la fe encontramos la fortaleza y el consuelo en medio de este profundo dolor. Por eso creemos ahora más que nunca, con los puños y los dientes apretados, que nuestro Dios no se queda inmóvil frente a nuestro dolor. Más bien, se compadece profundamente y hasta las lágrimas ante esta realidad que nos azota tan duramente.

De repente, somos puestos ante un hecho cruel que siempre parecía lejano a la supuesta paz de nuestra sociedad sanvicentina. Solo conocimos esta violencia por los medios. Ahora esta misma violencia se hizo visible y palpable de la peor manera en medio nuestro y nos arrebató la vida de una joven con todo un futuro por delante.

Hermanados en el dolor y como pastores en esta ciudad, no obstante, queremos llamar a nuestros hermanos y hermanas en la fe que no solamente lamentemos y lloremos la muerte de Fiorela Itatí. Sino que nos conmueva, como lo conmueve a Dios, y nos movilice para un compromiso real y efectivo a no tolerar ninguna forma de violencia y a defender a toda vida en estado de indefensión. Creemos que toda la creación anhela la manifestación de los hijos e hijas de Dios. Por eso, no podemos excusarnos con las palabras de Caín: ¿Acaso soy el guarda de mi hermano?

En este tiempo de Cuaresma, en que nos preparamos para celebrar el triunfo de la vida en Cristo sobre la muerte y todos los poderes del mal, se nos exige examinarnos: en nuestro compromiso en la defensa de nuestros hermanos y hermanas en estado de indefensión; a no hacer oídos sordos frente a su grito por justicia.

Hoy la sangre de Fiorela Itatí clama al cielo por el silencio con que nuestra sociedad adormecida se hizo cómplice de la muerte; hoy la sangre de Fiorela Itatí clama al cielo, porque toleramos hechos de violencia y maltrato en todos los diferentes niveles y estratos.

Por todo eso, clamamos con gemidos inefables por el eterno descanso de Fiorela Itatí y por el consuelo y fortaleza de sus familiares, amigos y vecinos. Pedimos a Dios Padre, Creador y Redentor, que tenga piedad de nosotros, que nos quite nuestro corazón de piedra y nos de uno nuevo, de carne, capaz de amar de forma real y eficaz y no solo de palabras.

Altísimo buen Señor, abraza tierna y fuertemente a tu hija Fiorela Itatí con el amor, la vida, la paz, alegría y la salvación como solo vos lo sabes hacer. Abraza también a su madre, su padre, sus hermanos y todos su familiares y amigos con la fortaleza y el consuelo, para que por más grande que sea el dolor, el dolor no mate ni la fe ni la esperanza.

Señor Jesús, ten piedad de nosotros y danos un corazón semejante al tuyo, para no pasar de largo ante el dolor de la familia de Fiorela Itatí y su justo reclamo por justicia. Danos tu espíritu de libertad para que podamos brindar nuestra ayuda en el momento oportuno. Amén!

Confiando en el triunfo de Cristo sobre la muerte, el pecado y el mal, nos ponemos a disposición de la familia de Fiorela y toda la sociedad sanvicentina para transformar por medio de la misericordia los males de nuestra enferma sociedad. Les saludamos fraternalmente

 

            Padre Marcelo Szyszkowski                            Vicario Michael Nachtrab  

            Parroquia San Juan Neumann                            Iglesia Evangélica del Rio de la Plata

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