Les escribimos a ustedes acerca de aquello que ya existía desde el principio, de lo que hemos oído y de lo que hemos visto con nuestros propios ojos. Porque lo hemos visto y lo hemos tocado con nuestras manos. Se trata de la Palabra de vida.

1 Juan 1,1

La palabra de vida es un tesoro. Es valioso. Hay que apreciarla. Hay que anunciarla porque es la Buena Noticia para la vida. Y nosotros podemos escucharla, sentirla y encontrarla en Él. Se puede encontrar a Cristo que es la Palabra de vida.
Sentir, ver, tocar y escuchar la palabra de vida, de esto se trata en Chile el primer domingo después de Pascua de Resurrección, que celebramos ayer. En donde se recuerda el hecho de que los párrocos del Chile colonial salieron a llevar la eucaristía a los ancianos y enfermos que no pudieron ir a la iglesia el domingo de Pascua. Fueron custodiados por grupos de huasos –gauchos chilenos-, o vaqueros a caballo, que los protegieron de los bandidos que intentaban robar los cálices de plata. En el camino, los sacerdotes y sus guardaespaldas recibieron comida y bebida, generalmente chicha o vino, para aclarar la garganta. Hoy este hecho es un festival venerado también conocido como “Correr al encuentro de Cristo”.
Ahora dicha “Fiesta de Quasimodo” es una fiesta popular. Lo que me encanta es que forma como una procesión, se recorre la ciudad, se detienen en las casas para compartir la eucaristía y terminan el día con música, comida y baile. Pero lo más importante es que uno puede encontrarse con la Palabra de vida directamente – ver, sentir, escuchar y tocar. Esto es importante para toda la vida, para sentir la dignidad que nuestro Señor tiene para nosotros. ¡Él es nuestra vida! Amén.

Enno Haaks

1 Juan 1,1-4

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