Ellos no entendieron nada de esto, ni sabían de qué les hablaba, pues eran cosas que no podían comprender.

Lucas 18,34

Por tercera vez Jesús anuncia los sufrimientos y muerte que padecerá. ¡Qué difícil es comunicar la noticia de la propia muerte, y cuán poco entienden los que nos rodean!

Quiero contarles la historia de mi amiga Resi, a quien a los 40 años le diagnosticaron cáncer. Con tratamientos, medicamentos, controles periódicos y muchas oraciones, la enfermedad se hizo a un lado para dejarla criar tres hijos maravillosos. En diciembre del 2019 las células malignas despertaron y abrazaron su cuerpo con más fuerza que antes, los pronósticos de los médicos no fueron para nada buenos.

Se equivocan completamente si ustedes imaginan que las visitas o charlas telefónicas con ella fueron tristes. Nunca faltaron risas, tazas de té y profundas reflexiones donde ella siempre daba gracias a Dios por haberle regalado más de 10 años de vida para ver a sus hijos crecer y convertirse en jóvenes adultos. También, valoraba mucho a su familia, compañeros de trabajo y amigos que la rodeaban para darle fuerza y cariño. Hasta su último día de vida reconoció el plan que Dios tuvo para ella.

Agradezco poder escribir sobre mi amiga Resi, que cada día de su vida dio testimonio de fe, que en cada momento en que la enfermedad la debilitó, encontró fuerzas en la Palabra de Dios y, sobre todo, que tenía la alegría de ir a su presencia.

Quizás hoy no entendamos demasiado el poder de Dios para sostenernos en los momentos más difíciles de nuestras vidas, pero rezo para que guardemos estas palabras en el corazón y que a su debido tiempo cobren significado y nos ayuden.

Gabriela García Feege – Janecki

Lucas 18,31-43

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