Pero aunque lo veían, algo les impedía darse cuenta de quién era.

Lucas 24,16

¿Cuántas veces le pedimos a Dios que nos dé fuerzas cuando no nos alcanzan, o le reprochamos que no está presente en tantas injusticias? Pero qué pasaría si… que pasaría si se nos apareciera hoy caminando al lado nuestro y escuchando cómo discutimos sobre cosas banales, así como les sucedió a los dos hombres que iban en camino a Emaús. ¿Qué le preguntaríamos o qué le pediríamos si se subiera al colectivo, mientras estamos volviendo a casa del trabajo o de la escuela?

Me pregunto si entonces lo veríamos, si seríamos capaces de levantar la vista para simplemente verlo y que nos pregunte: “¿Qué ha pasado?” (Lucas 24,19). Siento que tantas veces nos preocupamos, discutimos o nos enojamos por las injusticias que escuchamos, en las noticias o en internet, pero no somos capaces de levantar la vista. Vamos como caballos con los ojos tapados y no nos damos cuenta de quién está al lado nuestro. Quizás con simplemente levantar los ojos del celular y ver alrededor nuestro, sacarnos los auriculares y escuchar, avivar nuestros sentidos y estar presentes en ese lugar y tiempo podremos estar más cerca de Dios. Una maestra de educación especial una vez me dijo: “creo que la mayoría de las personas caminando por la calle parecen más ciegos que mis alumnos.”

¿Qué pasaría si Dios fuera uno de nosotros, un holgazán como nosotros? (One of us, Joan Osborne)

Angie Denise Stähli

Lucas 24,13-35

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