Por lo tanto, yo, el Señor, digo: “Ahora me he vuelto con compasión a Jerusalén, y voy a hacer que el templo y toda la ciudad sean reconstruidos.”

Zacarías 1,16

Aquí, el profeta Zacarías también relata una visión al pueblo de Dios, anunciando con ella que, aunque en aquel momento no se vislumbraba ninguna señal aparente, ya había signos, indicios de un nuevo tiempo. Aunque esto solo se manifestó plenamente con la obra redentora de Jesucristo a quien envió Dios por amor, para salvar a toda la humanidad. Y en el tiempo en que vivimos, ¿Cuántos signos hay de la presencia de Dios, cada día que transcurre? ¿Cuántos milagros suceden? ¿Cuántos podemos percibir? ¿Cuántos más tendrán que suceder para que nos demos cuenta de su omnipresencia, su bondad y su paciencia para con nosotros?

Creo que depende de nuestra fe; si creemos en Dios, vemos el reflejo de sus manos en todo lo que acontece a nuestro alrededor, él nos acompaña en todo momento y podemos encontrar pequeños milagros en lo cotidiano, en las cosas más sencillas, que son las que alegran nuestra vida, porque Dios nos está dando señales de su amor todo el tiempo y está en nosotros descubrirlas.

Señor, ilumina nuestros corazones, que nuestros oídos estén atentos para escucharte, nuestros ojos puedan ver con detenimiento y que a través de la suave brisa de tu Espíritu Santo, aprendamos a divisar, discernir y encontrar los signos de tu presencia cada día de nuestras vidas. Amén.

Todo te está diciendo, vuélvete a Dios, todo te está llamando, de corazón, hay una voz en todo, vuélvete a Dios, para el que quiera oírla, de corazón. (Canto y Fe N° 273)

Iris Bender

Zacarías 1,7-17

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