(…) y Jesús dijo a los otros: “Les voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido hacer en sábado: el bien o el mal? ¿Salvar una vida o destruirla?”

Lucas 6,9

Jesús estaba enseñando en una sinagoga. Allí se encontraba un hombre enfermo. Era día de reposo y Jesús les pregunta a los escribas y fariseos si en sábado se puede hacer bien o el mal. Nadie le responde. Los fariseos y escribas se llenaron de odio por la sanación de Jesús. Es interesante que sanar a una persona en el día de reposo estaba prohibido pero, si un animal se caía en un pozo, se lo podía sacar y estaba legalmente permitido.

Jesús aquí claramente hace una distinción entre legalismo y legalidad. El espíritu de la ley es la justicia, pero el espíritu del legalismo es la condena y la falta de misericordia. El legalismo pretende que la salvación se gane con el apego a la letra de la ley. Esto es un gran error, la salvación es un regalo de Dios. En fin, el legalismo no es un mandamiento de Dios sino una grosera distorsión del ser humano.

La legalidad ama la rectitud y halla regocijo con la verdad que contiene la ley. En el Nuevo Testamento actuar con legalidad implica aceptar con compromiso las exigencias que devienen del Evangelio de Jesucristo.

Meditemos: Nunca olvidemos que si Dios fuera legalista nadie se salvaría. El legalismo denigra al ser humano. La legalidad ama la verdad y la rectitud. Es muy fácil ser legalista, pero nos lleva toda la vida aprender a actuar con legalidad.

La misericordia y la verdad se encontraron; la justicia y la paz se besaron. (Salmo 85,10)

Sergio A. Schmidt

Lucas 6,6-11

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