Habla, que tu siervo escucha.
1 Samuel 3,10

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Samuel, joven aún, está en el templo. Escucha una voz. Alguien lo llama por su nombre, piensa que es el sacerdote Elí. Finalmente descubre que es Dios mismo quien le habla.

Presta atención a la voz de Dios. Dios les transmite un mensaje, de hecho, no muy positivo; un mensaje que le causa temor, que lo pone en dudas. Pero más allá de eso él está dispuesto a escuchar el mensaje de Dios.

Ante el llamado de Dios Samuel responde, habla que tu siervo te escucha, y se dispone a escuchar lo que Dios le dice.

Dios lo llama por su nombre.

Así también, como a Samuel, Dios llama también hoy, llama por su nombre y envía a sus hijas e hijos a anunciar la palabra que ya comu-nicó y que sigue comunicando.

Dios me habla a mí. Dios te llama a ti.

¿Cómo respondemos al llamado de Dios? ¿Qué hacemos con el mensaje a transmitir?

Señor, prepárame para escuchar tu voz.

Ayúdame para que esté dispuesto a responderte.

Dame fuerzas para anunciar tu palabra.

Haz que con mi vida, con mis palabras y mis actitudes, pueda res-ponderte hoy.

Cuando haya voces que me quieran confundir, háblame con clari-dad, para escucharte y servirte a ti. Amén.

Ricardo Adolfo Becker

 

1 Samuel 3,1-21

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