No es que haya fallado la palabra de Dios.

Romanos 9,6

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“De palabra”. ¿Puede un acuerdo entre dos o más personas sellarse “de palabra”? Algunos creen que si, especialmente cuando se trata de un arreglo entre personas de confianza. Sin embargo, hay sobradas y tristísi-mas experiencias en las que la palabra empeñada no siempre se cumple.

Ahora bien, ¿puede Dios faltar a su palabra? ¿Puede el Señor no ser fiel a su proyecto? La nueva alianza que Dios ha establecido con un nuevo pueblo, una alianza que no está fundada sobre la raza (tal como señala el apóstol) sino más bien en la fe de aquellos que aceptan la obra salvífica de Cristo, ¿Significa que ha fallado Dios en su palabra? ¿Dónde ha quedado aquella elección privilegiada en favor de Israel?

La respuesta de Pablo es que el Señor en su soberanía tiene autoridad para ejercer su gracia y ampliar su alianza. Porque Dios no cierra opor-tunidades, sino que abre otras. Es así como debe entenderse su fidelidad. Ella se extendió hacia aquellos que en primera instancia no estaban inclui-dos, pero así es la libertad y el amor inclusivo de Dios.

Por eso, en lugar de preguntar acerca de la fidelidad de la palabra de Dios, deberíamos mirar si somos nosotros fieles su palabra. Debería-mos examinarnos con sinceridad y preguntarnos si estamos dispuestos a aceptar el amor incondicional e inclusivo de Dios.

¿Qué nos pasa cuando el Señor extiende su amor en favor de aquellos a quienes no amamos tanto?

Quizás la palabra de Dios se vuelva fiel a nosotros cuando seamos nosotros quienes nos volvamos fieles a ella.

Señor, ¡ayúdanos a ser fieles a tu palabra! Amén.

Leonardo Schindler

 

Romanos 9,6-13

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