Panal de miel son los dichos suaves, suavidad para el alma y medicina para los huesos.

Proverbios 16,24

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Se dice con bastante frecuencia que escribimos cada vez con más faltas ortográficas y que leemos con más dificultad. Podríamos agregar, al menos como una pregunta, y ¿cómo hablamos? No sólo por las palabras que utilizamos o dejamos de utilizar con más o menos acierto, sino en cuan-to al tono en que decimos las cosas. Seguramente vamos a responder que demasiadas veces nuestras palabras no son suaves precisamente, todo lo contrario. Y podrán disculparnos, perdonarnos y olvidar incluso lo que dijimos de mala manera, pero el daño hecho ¿lo podemos reparar? El alma y corazón van guardando el efecto de nuestras palabras, que, entre otros efectos, nos van moldeando desde muy pequeños y por el resto de la vida. Y pensamos no en lo que decimos o escuchamos en la calle o en otros lugares más o menos públicos o masivos. Pensamos en primer lugar en las palabras pronunciadas en el ámbito de nuestras relaciones más cercanas, nuestra familia, el trabajo o en el trato cotidiano con nuestros vecinos y amistades.

Se sabe que es muy poco lo que podemos hacer para cambiar el modo de hablar de tanta gente que cuida poco o nada lo que dice ni cómo lo dice. Gente que hiere, amarga o entristece con sus palabras. Pero sí podemos empezar por nosotros mismos, esforzándonos para que en nuestras relaciones cercanas en las cuales vivimos y compartimos, en casa y fuera de ella, nuestras palabras se diferencien de otras por ser suaves. Pueden ser las palabras más simples y por todos conocidas. Pueden ser otras más precisas o fuera de lo común, eso no importa. Será importante cuando lleguen a los oídos de los demás con suavidad. Suavidad para el alma y medicina para los huesos. Palabras que lleguen ahí a lo más hondo del corazón, para hacer bien, alegrar, traer paz y sanar.

Querido Dios, danos siempre la sabiduría para encontrar las mejores palabras para decir aún las cosas más difíciles y danos también el don de decir cualquier palabra con suavidad. Amén.

Delcio Källsten

Proverbios 16,18-33

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