Por eso, Jesucristo es mediador de una nueva alianza y un nuevo testamento, pues con su muerte libra a los hombres de los pecados cometidos bajo la primera alianza, y hace posible que los que Dios ha llamado reciban la herencia eterna que él les ha prometido.
Hebreos 9,15
Vivimos en la época de los mediadores. Los conocemos como negociadores en casos de familia, en conflictos en los colegios, en las luchas sociales. También se los encuentra en los conflictos entre países o asuntos económicos o entre dos o más partes. Se ofrecen como recursos, a menudo muy costosos, en páginas de Internet.
También los conocemos en el mundo religioso. “La figura del mediador es fundamental en el sistema religioso de las sociedades humanas. Chamanes, hechiceros, brujos, magos, sacerdotes, fundadores, santos, santones, ocultitas, profetas, etc. Son algunos de los muchos nombres con que los conocemos”, dice Pedro Gómez García de la Universidad de Granada.
Como cristianos evangélicos tenemos aprecio por muchos de estos mediadores. Pero sabemos y creemos que en nuestra relación con Dios uno solo es nuestro intercesor, nuestro defensor: Jesucristo, quien con su vida, muerte y resurrección nos dio la posibilidad de ser hijos de Dios.
Mediador que no buscas ventaja,
nos abres tu casa, ofreces tu amor.
Un espacio de hijos prometes, de vida abundante,
herencia eterna de hijos de Dios.
Pero ser mediador no fue gratis,
has dado tu vida por darnos perdón.
Sólo queda humilde aceptarte,
tomarte la mano, no mirar atrás.
Vivir en tus pasos, amar sin descanso,
proclamar tu nombre:
Único Señor. (Doris Arduin)
Germán Zijlstra y Doris Arduin
Hebreos 9,1-15