Pero Pedro y Juan respondieron diciéndoles: “Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios, porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.”

Hechos 4,19-20 (RV 1955)

“¿Y ahora qué haremos con estos sediciosos sanadores ignorantes y vulgares?”, se preguntaron las autoridades religiosas y políticas con el pueblo detrás esperando un veredicto en la plaza.

Tenían todas las cartas en su poder: verdad, coherencia, solidaridad, una fe que mueve montañas y por sobre todo palabras profundas y con juicio.

La parodia de juicio de las autoridades políticas y religiosas había quedado desnudada e impotente.

Había que salir de esto rápidamente para que no se siga diseminando la verdad de los hechos.

¡Que se callen la boca! Que no digan nada más, que el discurso oficial y por los medios es solamente nuestro. Aquí no ha pasado nada… Y no se habla más de ese Jesús. Todo quedará en el olvido. Todo pasa.

Todo pasa cuando queremos que pase. El juicio divino en la historia debe siempre hacernos preguntar si debemos callar lo que vemos y oímos, por obedecer a los poderosos y sus intereses y no a Dios.

Rubén Carlos Yennerich Weidmann Hechos 4,13-22

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