Pero cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes, recibirán poder y saldrán a dar testimonio de mí, en Jerusalén, en toda la región de Judea y de Samaria, y hasta en las partes más lejanas de la tierra.
Hechos 1,8 (DHH)
En una semana celebraremos Pentecostés, celebraremos la presencia del Espíritu Santo en medio de la creación dando consuelo y entendimiento a los y las creyentes… y, como relata Lucas en el libro de los Hechos, empoderar a las personas que abrazaron la buena noticia del Resucitado y su Reino y que en muchos casos estaban en los límites de la sociedad.
Estas palabras son parte del envío del Cristo resucitado a ser anticipo del Reino que vendrá… es en función de esta tarea que recibimos el don de poder hacer, no en favor propio, ni para acumular riquezas y seguridad, no. Somos llamados, y enviados, en comunidad. Y los dones que recibimos son para riqueza y fortalecimiento en y con la hermandad de la comunidad humana.
El apóstol Pablo dirá en su carta a los Romanos: “Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. De manera que, tanto en la vida como en la muerte, del Señor somos”.
El Espíritu nos fortalece para dar testimonio de Cristo allí donde estemos… y como no siempre sabemos cómo hacerlo nos auxilia con palabras. Y porque podemos sentirnos expuestos ante la mirada prejuiciosa, ante la intolerancia, ante la violencia… nos consuela y nos fortalece.
El Señor es mi fortaleza, el Señor es mi canción, Él nos da la salvación, en Él confío y no temeré, en El confío y no temeré. (Cantos de Taizé, 2008 p. 72)
Peter Rochón
Hechos 1,1-14