Decían: “¡Bendito el Rey que viene en el nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!”
Lucas 19,38
¿Cómo tenía planeado ingresar Jesús a Jerusalén? Mandó a dos de sus discípulos a que buscaran y trajeran al burro que Él les indicó. Ellos no reprocharon, tampoco preguntaron para qué necesitaba al animal, solo le hicieron caso.
Un burro, símbolo de nobleza y humildad. Así entró nuestro Rey a Jerusalén. Como dice Jesús en el versículo 31: “Si alguien les pregunta por qué lo desatan, díganle que el Señor lo necesita.”
Jesús tenía su entrada planeada, así como Dios tiene nuestros pasos y futuro totalmente planeados. Los discípulos cumplieron lo que Jesús les había dicho. Así como ellos, nosotros debemos ser seguidores y discípulos de nuestro Padre que está en los Cielos, y cumplir con su voluntad.
Muchas veces nos cuesta aceptar la voluntad de Dios, aceptar algunas cosas que suceden en nuestra vida, cosas que no nos favorecen en lo personal. Y es que la mayoría de las veces es así: si no nos favorece en lo personal, aunque sea la voluntad de nuestro Señor, no lo queremos aceptar.
A eso Dios nos llama: a hacer su voluntad. Que pensemos en hacer la voluntad de Dios y no tanto en nuestras fuerzas para hacer el bien sólo para nosotros.
Me ha tocado a mí hacerlo realidad; ayúdame, Señor, a hacer tu voluntad. (Canto y Fe Nº 150)
Alexandra Löblein
Lucas 19,28-40