Cuando Ahab escuchó todo esto, se rasgó la ropa, se puso ropas ásperas y ayunó. Dormía con esas ropas, y andaba muy triste.

1 Reyes 21,27

Ahab escucha algo que lo lleva a realizar una transformación drástica en su vida. Este hombre que fue el séptimo rey del reino del norte de Israel, vivió en tiempos del profeta Elías. Para los tiempos aquellos cometió varias faltas contra la religión. Pero, sin embargo, y a pesar de todas las advertencias del profeta, no es ello lo que lo lleva a tal arrepentimiento.

Para entender lo que le pasa a Ahab, es necesario leer lo sucedido con Nabot, un acto de injurias, mentiras, falsos testimonios, un plan llevado adelante por Jezabel. Aquel plan, de quedarse con las tierras, lleva a la muerte de Nabot. Por lo que Elías anuncia sobre Ahab y su descendencia el castigo de Dios. Aquel anuncio genera en Ahab tal perturbación y temor a Dios, en su reconocimiento ante la injusticia y lo irreversible del daño provocado, pesando en su vida y conciencia.

La tierra, sigue siendo un tema actual, donde el poder y la ambición de los poderosos pesan sobre los campesinos que habitan y trabajan las tierras. En la provincia de Misiones, continúa la lucha de colonos por el reconocimiento de sus tierras. Pero son una y otra vez vulnerados en sus derechos legítimos, por jueces y poderosos inescrupulosos que no conocen, ni la historia, ni el lugar y mucho menos reconocen la vida de generaciones de trabajo.

Luchas como la de la MAFAU (Mutual Agricultores Familiares del Alto Uruguay), son ejemplos de un compromiso con los que pelean por aquello que les pertenece por herencia y trabajo de toda su vida. Dios bendice a los que cuidan y trabajan la tierra, y siempre hará justicia para aquellos que con sus manos y con humildad han sabido ganar honrosamente el pan de cada día, y no los abandonará.

“La tierra es de quien la trabaja”.

Carlos Kozel

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