Mirando al cielo, Jesús pronunció la bendición y partió los panes, los dio a los discípulos y ellos los repartieron entre la gente.
Mateo 14,19-20
Poder comer todos los días es una bendición que nos mueve al agradecimiento. Hoy reflexionamos sobre la alimentación. Tal vez tú, que lees estas líneas, tienes lo necesario en alimento, ropa y un techo en donde vivir.
Sin embargo, en nuestro mundo, que produce el doble de lo que necesita toda la humanidad para alimentarse, hay muchos millones que pasan hambre por falta de alimentación básica. Los especialistas aseguran que las causas del hambre en muchas partes del mundo son el conflicto y el cambio climático.
Muchos deben escapar de las guerras en su región. Ciertos gobiernos que más apoyan a quienes tienen suficiente, se enriquecen, y empujan al padecimiento a los débiles y pobres. Los huracanes, el exceso de lluvia e inundaciones, así como sequías prolongadas requieren urgentes envíos de alimentos, agua potable y la posibilidad de reconstruir.
Hoy elevamos nuestros ojos al cielo y oramos:
Señor, abre nuestros ojos: ayúdanos a discernir las causas funda-mentales del hambre y la precariedad. Ayúdanos a comprender el hambre y la sed de nuestros vecinos, lejos o cerca, que son parte de la humanidad. A quienes tenemos suficiente para comer, danos el hambre de justicia que mueva nuestros corazones para sentir su angustia y su alegría. Para que no tengamos miedo, temiendo la ira y el poder de los poderosos, por defender al oprimido, al pobre, al migrante por razones de conflictos o económicas. Muéstranos dónde se necesita llevar el amor, la esperanza y la fe. Amén.
Bruno O. Knoblauch
Mateo 14,13-21