De allí viene el dicho: “Ni los ciegos ni los inválidos pueden entrar en el templo del Señor.”
2 Samuel 5,8
Para poder orientarse en la vida, el ser humano necesita explicaciones sobre la mayor cantidad posible de cosas. También quiere saber el porqué de las dificultades y tragedias. A lo largo de los siglos, se han elaborado explicaciones, y muchas de ellas no son más que simples inventos sin ningún fundamento.
Entre las muchas durezas de la vida, la discapacidad es quizá la que más turbe y duela a las personas afectadas y a sus familiares. General-mente han sido “los de afuera” quienes han inventado explicaciones so-bre los males ajenos. Esto está presente en muchas culturas. La marginación, la exclusión y hasta la persecución suelen ir de la mano de esas supuestas explicaciones.
El relato de 2 Samuel 5,1-16 contiene una frase durísima que quiere explicar por qué los ciegos e inválidos no pueden entrar al templo de Dios. Hace tres mil años, para defender su ciudad del ataque de David, los jebuseos también pusieron a ciegos e inválidos a defenderla. El ejército de David evadió el ataque directo y un explorador ingresó por un túnel a la ciudad, que luego fue tomada fácilmente; y supuestamente por aquella defensa jebusea con personas con discapacidad, David las odiaba, y luego se prohibió su acceso al santuario. La cosa fue mucho más compleja e hiriente aún, porque la gente se imaginaba que la per-sona con discapacidad arrastraba su problema por alguna culpa.
Estamos aprendiendo otra manera de considerar la discapacidad y a entender muy lentamente que no se trata de un problema de las personas afectadas, sino de un problemón de la sociedad que construye su mundo y su vida sólo para quienes –supuestamente– son sanos y gozan de todas sus facultades. En ese mundo “sanito”, quienes sufren problemas tienen muchas dificultades en encontrar un lugar.
En lugar de buscar culpas que expliquen estas situaciones tan do-lorosas, ¿por qué no comenzamos a buscar soluciones que incluyan a personas con discapacidad, diferentes, débiles? Para el sufrimiento inocente no hay explicación; pero sí hay explicación para la exclusión: se llama falta de amor.
2 Samuel 5,1-16 |
René Krüger |