Jesús, para consagrar al pueblo con su propia sangre, murió fuera de las murallas. Salgamos, pues, a encontrarlo fuera del campamento, cargados con su humillación, que aquí no tenemos ciudad permanente, andamos en busca de la futura.
Hebreos 13,12-14
Los creyentes, con la vista en la ciudad futura, día del triunfo del reino de Dios, somos llamados a salir fuera del “campamento” llevando la humillación de Cristo, a ir más allá de lo que ya conocemos y nos ofrece seguridad para aceptar el riesgo de involucrarnos y compartir con otras personas situaciones y desafíos nuevos. Somos invitados a ir más allá, por ejemplo de nuestros hábitos y costumbres, en las que tal vez nos sentimos cómodos y seguros, para acercarnos y compartir nuestro testimonio y servicio entre personas que piensan distinto, practican su fe de manera diferente o tal vez dicen no creer. Salir del campamento es comenzar a caminar con la seguridad de que Dios nos guía al encuentro con muchos creyentes y personas de buena voluntad, que en su barrio y en la ciudad en que viven se unen a trabajar con sus vecinos para mejorar la calidad de vida de su comunidad o para ocuparse de quienes sufren mayores y más urgentes necesidades. Allá “afuera” siempre hay peligros y tampoco hemos de andar exentos de humillaciones y dificultades, pero para todo contamos con la promesa de Jesús de que siempre ha de cuidarnos. Por eso salimos con firmeza y decididamente, nos ponemos en las manos de Dios, en la esperanza que adelante en el camino hay una nueva humanidad y una creación plena de la belleza que Dios le ha dado, a salvo de la destrucción humana. Un mundo semejante a la “ciudad futura”. Amén.
Delcio Källsten
Hebreos 13,1-14