El plan de ellos era matarlo por el camino.
Hechos 25,3
Los poderosos siempre tienen planes que los beneficien,
siempre están pergeñando algo que les conceda alguna ventaja,
siempre buscan cómo deshacerse de aquello
que se convierte en un obstáculo a sus ambiciones.
Pablo era una piedra en el zapato,
Pablo les estaba arruinando el negocio,
Pablo derrumbaba con una sólida preparación
su endeble Teología, apenas sostenida
en obligaciones y en pesadas cargas,
en rituales viejos y repetidos,
en palabras vacías de contenido,
en mensajes que demandaban obediencia
a partir del miedo por los posibles castigos divinos.
Pablo era una amenaza al mantenimiento de sus instituciones,
de sus privilegios, de sus normas y reglamentos.
El represor convertido en apóstol de la gracia,
señalaba un horizonte de libertad,
de apertura a nuevas formas de entender y de vivir la fe.
El fariseo devenido discípulo del nuevo camino
anunciaba a un Dios generoso, sensible, cercano,
que perdonaba, que daba nuevas oportunidades,
que abrazaba a judíos y a no judíos,
que ya no era el dios de los méritos y de las imposiciones
sino el Dios de la vida abundante
que rompía los yugos que oprimían.
Y por eso buscaban matarlo.
Que nuestra manera de andar por la vida
no atente contra los rumbos del Reino,
que es un permanente anuncio de un Dios de gracia,
de justicia, de libertad, de plenitud y de nuevas oportunidades.
Gerardo Oberman
Hechos 25,1-12