Mientras conversaban y discutían, Jesús mismo se acercó y comenzó a caminar con ellos.
Lucas 24,15
Muchas cosas pasan en esa caminada hacia Emaús, el pueblo de estos dos discípulos. El recorrido es difícil, hay dolor, lágrimas, seguramente también incertidumbre y otros sentimientos más, como cuando alguien muy querido ha fallecido.
En dicha situación, alguien se acerca al camino de ellos. Con dos preguntas de Jesús, ellos cuentan su dolor. ¿De qué van hablando ustedes por el camino? ¿Qué ha pasado? Se detienen y se genera el diálogo. Hay desánimo: “Nosotros teníamos la esperanza…” ¡Cuántas ilusiones perdidas! ¡Cuántos proyectos fracasados! ¡Cuántos ideales olvidados! Cuando no esperamos nada, cuando el pesimismo nos vence, estamos desorientados; y Jesús los escucha.
Jesús les habla en el camino, comienza el consuelo y el sentido de lo vivido, el sentido de los momentos difíciles. Cuando llegan a Emaús, lo invitan a quedarse. A pesar del dolor, no se olvidan de la virtud de la hospitalidad: “Quédate con nosotros”.
Reconocen al maestro en el partir y compartir el pan.
Jesús sigue caminando a nuestro lado en cualquier circunstancia de la vida y nos invita a seguir. Porque en cualquier momento encontraremos su luz. El desafío es caminar juntos, y nos enseña a escucharnos y amar al otro, porque el amor devuelve lo que el desánimo nos ha hecho perder.
Si hemos perdido la paz, busquémosla para otros y la encontraremos. Si hemos perdido la sonrisa, brindémosla a otros y la encontraremos. Si hemos perdido la seguridad, busquémosla para otros y la encontraremos. A nuestro alrededor hay muchos que caminan como los discípulos de Emaús. Es el camino más frecuentado en nuestros días. Acompañémonos.
Mario Gonzales
Lucas 24,13-35