Jueves Santo
Cuando llevaron a Jesús a crucificarlo, echaron mano de un hombre de Cirene llamado Simón, que venía del templo, y lo hicieron cargar con la cruz y llevarla detrás de Jesús.
Lucas 23,26 (Sugiero lea toda la historia en Lucas, 23 y 24,1-12)
Fue un juicio sumario, como diríamos hoy en día, y fuera de toda legalidad. Luego de la sentencia y torturas, Jesús está en camino a la crucifixión. Un gran espectáculo en que mujeres y hombres se golpean el pecho con gritos de dolor. La multitud rodea a los guardias, y alguien del pueblo debe cargar el travesaño de la cruz. Así se cumple la costumbre.
A Simón, de la localidad de Cirene –que probablemente era un campesino que, como tantos otros, se acercó a ver pasar la dramática comitiva – le obligan a cargar la cruz y caminar detrás de Jesús. Posiblemente también fue un acto de misericordia. En adelante, Simón y sus dos hijos serán parte del pequeño grupo de los primeros cristianos.
En ocasiones, también tú eres espectador de la vida, y como seguidor de Jesús, eres llamado a cargar con una cruz –tu cruz-. Seguir a Jesús, no siempre es sencillo en situaciones que te impone la vida. Digamos, en caso de una enfermedad grave, o de un accidente con consecuencias de por vida, o de caer en la adicción al alcohol y la droga dependencia. Déjate inspirar por Simón de Cirene y carga tu cruz, sabiendo que lo haces siguiendo al Señor. En medio de tus dificultades, siguiéndole a él, la cruz será más liviana. Jesús va camino a su muerte, pero ese final anuncia la vida nueva de su resurrección.
Bruno Knoblauch
Lucas 23,26-31; Salmo 116,1-2, 12-19; Éxodo 12,1-4, (5-10), 11-14; 1 Corintios 11,23-26; Juan 13,1-17, 31b-35; Agenda Evangélica: Marcos 14,17–26