Sermón sobre Lucas 14:25-33 14:25-33, por Stella Maris Frizs

 

En la Biblia encontramos textos donde Jesús invita, llama, convoca. Y por otro lado, vemos una obediencia incondicional de los que aceptan el llamado. Responder a ese llamado no es una aventura pasajera. Es riesgo, desafío, renuncia, ruptura. 

En el texto el acento recae sobre la decisión de quienes quieren ser discípulos. Decisión que debe ser muy bien pensada, reflexionada. Hay que considerar las consecuencias del discipulado y las exigencias del seguimiento.
¿Qué motivó a Jesús a decir esto? Él iba camino a Jerusalén, camino al sufrimiento y la cruz; pero la gente creía que iba camino al Imperio, donde sería coronado rey y echaría a Pilatos. Esperaban un Jesús con poder, un triunfador.
Jesús se da cuenta que buscaban el camino fácil, sin sacrificio. El camino de la fama, del éxito, del poder. Quizás algunos le seguían para beneficiarse o sacar ventaja. Por eso advierte sobre las consecuencias con dos ejemplos que invitan una reflexión madura antes del seguimiento.
-Así como alguien que va a construir tiene que hacer cálculos (presupuesto) sobre sus posibilidades reales para que no se sienta frustrado y sea motivo de burla,
-También un rey envuelto en una guerra debe calcular chances; es decir, debe verificar si con el potencial bélico que dispone puede hacer frente a otro mejor equipado. Sino debe hacer negociaciones de paz que es lo mas conveniente.

De igual modo el discípulo tiene que tomar una decisión, no a la ligera, sino pensada y reflexionada, tratando de medir las consecuencias. Sabiendo que implica tiempo, dedicación, compromiso, entusiasmo, poner los dones a disposición. También significa estar preparados para posibles riesgos, pérdidas, humillación.
El sentido de esta exigencia es hacernos ver cuántas cuestiones personales, familiares, laborales ocupan el primer o único lugar.
Cuando hacemos la opción de seguir a Jesús, toda nuestra vida queda comprometida. No hay un «a medias con Jesús»; «a veces sí, otras no», «cuando me conviene». Discipulado significa romper con lo que esclaviza o se interpone en la tarea. ¡A cuántas cosas le damos un valor absoluto o cuántas cosas compiten con el Dios vivo y nos privan de una dedicación plena!

No es una obligación. Es una invitación. Dice «si alguno de Uds quiere»…Tómala o déjala, pero si la tomas, no juegues a dos puntas.
-Muchos confían en Jesús, pero igual consultas los horóscopos.
-Jesús es el gran médico, pero muchos van al curandero.
-Muchos leen la Biblia, pero creen que es inaplicable para la vida.
-Muchos dicen ser cristianos, pero están peleados o no perdonan.
A esto apunta el texto: Si Jesús es nuestro Señor, debemos demostrarlo en la práctica. Se pide coherencia.
Un día seremos juzgados no tanto por nuestros dogmas, sino reconocidos por nuestras acciones. «Todo árbol bueno no puede dar fruto malo…Uds los pueden reconocer por sus acciones pues no se cosechan uvas de los espinos ni higos de los cardos». Mateo 7:16

Seguidor es el que se deja llevar de lo viejo a lo nuevo, del pasado al presente, del egoísmo a la solidaridad. Es el que se deja modificar, transformar; es el que está dispuesto a servir.
Seguir no es solo admirar u observar.
Seguir es no perder de vista. Es estar cerca porque la cercanía es la medida de la perfección. La fe viene de él. Dice en hebreos 12:2 «Fijemos nuestra mirada en Jesús, pues de él procede nuestra fe y él es quien la perfecciona»
Es caminar los caminos que Jesús caminó y vivir como él vivió. ¡Cuántos enfrentamientos, choques, traiciones y cuestionamientos tubo que enfrentar o soportar! Por eso quizás fue duro, para que nadie se engañe o nos quedemos a mitad de camino. Para que podamos romper con lo que nos ata y nos impide luchar por un mundo más justo y mas humano.

Finalmente, parecería que al cristiano solo se le pide, se le exige. Pero ¡cuánto ganamos! Cuántas bendiciones, promesas, garantías, palabras de confianza! «No se angustien», «No tengan miedo», «Voy a estar con Uds todos los días», «No los voy a dejar solos», «He venido para que tengan vida», «No he venido para condenar….»
No todo es renuncia: hay mucho de entrega y servicio. No todo es sacrificio y carga: hay mucho de satisfacción y alegría.
Quiera Dios darnos la fortaleza y la sabiduría necesaria para aceptar el desafío de seguir a Jesús a pesar de las advertencias sobre cálculos. Porque de esta manera estaremos contribuyendo al crecimiento del Reino y a una mejor calidad de vida.
Amén.

Stella Maris Frizs

Tomado de: http://www.predigten.uni-goettingen.de/predigt.php?id=4493&kennung=20130908es

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