Cuando él quiso, me hizo conocer a su Hijo, para que yo anunciara su mensaje de salvación entre los no judíos.

Gálatas 1,16

Pablo mismo confiesa antes de este versículo, que él perseguía a los cristianos antes que Dios lo llamara, es decir, era un enemigo declarado y acérrimo de los cristianos. Cuando pienso en ello, me doy cuenta de que grande es el amor de Dios, no sólo permitió que su Hijo primogénito muriera por nuestros pecados en la cruz, sino que también perdonó nuestros pecados a tal punto, que una persona como Saulo, pasó a ser Pablo. Un enemigo, quizás hasta asesino, se transformó de tal modo al escuchar a Jesús, que terminó siendo su enviado. Con esto queda claro, que todos podemos aceptar a Jesús como nuestro Señor y nuestros pecados serán perdonados, todos podemos ser la sal de este mundo, difundir la palabra, hacer crecer nuestra iglesia, no importa lo que hayamos hecho en el pasado, importa lo que hacemos ahora. Importa que llenemos nuestro corazón y nuestra mente con la palabra, actuemos conforme a ella y difundamos su mensaje, tanto con palabras, como con hechos. Escuchar, apoyar, ayudar a otros es una manera de difundir amor y estar siempre dispuestos a ello permitirá al otro a reconocernos como su hermano y actuar de la misma manera con nosotros y con otros. No siempre es fácil, tampoco lo fue para Pablo, pero no seríamos la cantidad de creyentes en el mundo hoy en día, si no fuera por su trabajo y dedicación. Confiemos en que Dios Padre nos ilumine y que Jesucristo nuestro hermano nos acompañe en esta tarea. Ámense los unos a los otros, como se aman a sí mismos.

Susanne Isabel Korth

Gálatas 1,10-24

 

Compartir!

Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp
Email
Print