Miércoles 21 de septiembre

… Hizo estatuas de metal fundido que representaban a Baal…

2 Crónicas 28,2

Así como tenemos sentidos sensoriales, (gusto, tacto, vista…), también tenemos un “sentido religioso”: es el que nos hace establecer una relación con algo o alguien que dé sentido a nuestra vida, que nos ayude a responder las preguntas más profundas que hay en nuestro corazón: quién soy, de dónde vengo, a dónde voy… Muchas veces estamos distraídos o tratamos de evadir esas preguntas, pero cuando nos visita la enfermedad, el sufrimiento o la de un ser querido reaparecen con todo su peso.
Fácilmente respondemos que Dios es el que da sentido a nuestras existencias, pero, ¿qué dicen nuestras obras? ¿Por qué o por quién nos levantamos cada día? ¿por quién trabajamos? ¿A quién le “sacrificamos” nuestro tiempo? ¿Para quién gastamos nuestro dinero?
Quizá, sin darnos cuenta, nos hemos fabricado un ídolo: alguien o algo que ocupa el lugar de Dios y pretende dar sentido a nuestro caminar o nos promete una felicidad que no puede darnos. Quizá sea algo bueno, pero, tiene sus límites. Algunos hicieron del dinero su ídolo, otros su pareja o sus hijos, o sus deseos, sus sentimientos, su trabajo, su cuerpo, su ego… Ninguno de ellos puede darnos la felicidad; sí, quizá momentos felices, pero, vuelvo a decir: tienen sus límites.
Dios, en cambio, puede satisfacer los deseos más profundos de nuestro corazón, y así puede colmarnos de felicidad. Y así podremos amar plenamente a nuestra familia, a nuestros prójimos, a nuestro trabajo y a nosotros mismos.
Señor, nos hiciste para Ti, y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en Ti.” (Agustín de Hipona)

José María Soria

2 Crónicas 28,1-15

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