Josías no retrocedió, sino que insistió sin hacer caso a la advertencia de Necao, la cual venía del mismo Dios.
2 Crónicas 35,22
¡Qué rey era este Josías! Se convirtió en rey a la edad de 8 años y reinó durante 31 años. A los 16 años busca al único Dios de David y 4 años después ya se vuelve contra el culto a otros dioses en su país. En el año 18 de su reinado, se encuentra el libro de la ley de Dios durante los trabajos de renovación del templo y compromete a todo su pueblo con él. ¡Un rey piadoso y decidido! Pero entonces comete un grave error. Se mete en un conflicto bélico. El gobernante egipcio Necao atraviesa su territorio para hacer la guerra más al este, y Josías se le opone. El faraón invoca la palabra de Dios – ¿puede ser algo así? – y advierte a Josías.
Las crónicas no dicen nada sobre por qué Josías empieza la batalla. ¿Es un cálculo político? ¿O es que no cree que Dios puede hablar con personas de otras religiones? ¿Cree que siempre tiene a Dios de su lado? Lo único que está claro es que libra esta batalla sin preguntar a Dios. Y cae. Su pueblo lo llora, se cantan sus muchas buenas acciones, pero ha perdido la vida.
Tengo que decidir cada día, tengo que sopesar lo que es bueno para mí, para mi familia, en el trabajo, y como político para mi país. Al hacerlo, ¿pregunto cuál es la voluntad de Dios? ¿Escucho sus palabras, que pueden ser contrarias a mis propias ideas? ¿Considero que Dios hable también a través de personas de las que no lo esperaba?
¡Dios, bendice nuestras acciones! Y danos la capacidad de discernir lo que quieras bendecir y lo que no.
Kirsten Potz
2 Crónicas 35,20-27