Por eso le doy gracias, y alabo y bendigo el nombre del Señor. Dad gracias al Señor, porque él es bueno, porque su amor es eterno.
Eclesiástico 51,12a
¿Cuán agradecidos somos? ¿Cuán seguido damos gracias por las pequeñas y grandes bendiciones en nuestras vidas?
En estos tiempos tan difíciles y complicados que atraviesan a la humanidad, solemos olvidar de ser agradecidos por los dones en nuestras vidas o; peor aún, no encontramos ni una cosa buena en nuestra vida por la cual agradecer.
Meditemos hoy en las bondades que Dios ha depositado en nuestras manos y no olvidemos agradecer y compartir con otros para que esas bendiciones se multipliquen y nuestra fe se fortalezca aún más.
Nos invito, hermanas y hermanos a comenzar a dar gracias cada día por las buenas cosas en nuestra vida. Olvidemos lo malo y concentrémonos en las bendiciones.
Nos invito a cultivar en nosotros un corazón que sepa agradecer. Agradecer por las personas que nos rodean y que seguramente nos llenan de sus favores, pero sobre todo a Dios, que jamás nos abandona y cuya misericordia es infinita.
Cuando aprendemos a ser agradecidos, nuestras vidas desarrollan una perspectiva distinta y mucho más abarcadora. Aprendemos a apreciar a los demás por sus contribuciones en nuestras vidas y por ende elimina mucho del egocentrismo tan característico de una sociedad que exalta el logro individual. Y, sobre todo, sepamos ser agradecidos a Dios por todas las bendiciones que ha derramado sobre nosotros. Pronto descubriremos que una actitud así nos convertirá en personas mucho más gozosas y con una visión positiva del futuro.
Den gracias a Dios por todo, porque esto es lo que él quiere de ustedes como creyentes en Cristo Jesús.
Karina Arntzen
Eclesiástico 51,1-12