Después de esto, vi otro ángel que bajaba del cielo; tenía mucha autoridad, y la tierra quedó iluminada con su resplandor…
Tú, oh cielo, alégrate por causa de esa ciudad; y alégrense ustedes, los del pueblo santo, y los apóstoles y los profetas, porque Dios, al condenarla, les ha hecho justicia a ustedes.
Apocalipsis 18,1.20 (DHH)
El libro del Apocalipsis es un documento escrito en clave a fines del Siglo I d.C., el cual está dirigido de manera particular a las comunidades cristianas de Asia Menor que fueron perseguidas por el Imperio Romano. Desde el año 66 d.C. Jerusalén había sufrido el comienzo de los ataques armados de los romanos. Los cristianos de manera particular también fueron afectados directamente.
Juan de Patmos, redactor del Apocalipsis, cumple el rol de profeta cristiano. Su cometido es, en medio del dolor del exilio, escribir a las comunidades sufridas que corren el riesgo de dividirse y de abandonar su vida cristiana. Juan escribe en clave para que su escrito no sea fácilmente comprendido por las personas no cristianas. Apela fervientemente a mantener la unidad, fortaleciendo su fe en Cristo resucitado.
En Apocalipsis 18,1 la imagen del ángel que baja del cielo es un signo de esperanza de que Cristo resucitado sale al encuentro de las comunidades sufrientes, devastadas, expuestas a división y a la tentación de debilitarse en su testimonio.
La luz de Dios no deja nunca de iluminarnos si perseveramos en la oración, en la búsqueda de la unidad, aceptando la diversidad y practicando la justicia.
Wilma E. Rommel y Álvaro Michelín Salomón
Apocalipsis 18,1-24