El juzgará entre las naciones, y hará decisiones por muchos pueblos. Forjarán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en podaderas. No alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra. Vengan, pueblo mío caminemos a la luz del Señor.
Isaías 2,4
Amigo y hermano ISAIAS:
Me siento muy cómodo conversando contigo. Mañana ya no lo haré. Te voy a extrañar.
Veamos el desafío que nos traés hoy.
Sabés mejor que yo lo difícil que es meterse en los pensamientos de los demás. Pero dame la libertad de pensar que realmente fuiste un adelantado a tu tiempo. Mientras la mayoría de los pueblos lleva- ba su Dios como bandera en las batallas, incluso varios de tu mismo pueblo lo hacían, vos tirás hoy la bomba de la paz. De la no violencia. Cuando muchos de tu pueblo anunciaron la llegada de un Mesías violento, que implantaría la justicia, la solidaridad y la paz con vio- lencia. Y vino el Nazareno que tenía la misma convicción que la tuya vino a traer el rostro, la propuesta de Vida de Dios, convencernos con palabras, gestos y acciones. Estoy seguro de que cuando Jesús men- cionaba a Abraham, Moisés y los profetas, te tenía en cuenta a vos.
Esto me parece fantástico, pero también quiero ser honesto, estoy muy triste, porque tu mismo pueblo se dividió muy mal. Se odiaron a muerte. Se mataron y sabés que, se siguen matando, los de tu pueblo y muchísimos otros en el mundo entero. Vos hiciste lo tuyo en tu tiempo, a nosotros nos toca actuar hoy.
Lo otro que me impacta mucho es la idea que todos los pueblos del mundo están compuestos por hijos e hijas de Dios. Todos forman parte de la Naturaleza, de la maravillosa creación, obra de mismo y único Dios de la vida.
Fue realmente un gusto conversar contigo, estimado ISAIAS. Des- cansa en Dios que pronto nos veremos.
Juan Pedro Schaad
Isaías 2,1-5