Los reyes y los príncipes te verán y se levantarán, y se inclinarán ante el Señor.
Isaías 49,7
El profeta ha compartido la manera en la que Dios ha mostrado su propósito de relacionarse con otras naciones, a fin de que le reconozcan como su Señor. También, se da cuenta de que los pueblos y sus autoridades se encuentran muy ocupados con sus propias divinidades, ya sea en forma del poder egoísta y excluyente, en su orgullo para que otros pueblos los reconozcan y sirvan, o conquistando pueblos enteros y llevándolos al destierros, a través de sus sanciones seudo-religiosas.
Isaías reconoce que todo el esfuerzo para que las otras naciones reconozcan a Dios como su Señor no es en vano. A pesar de las dificultades, no se frustra, sino que humilde, se vuelve a Dios, renueva su fe sabiendo que la causa y recompensa están únicamente en las manos y en el poder de Dios.
Al reconocer esta tensa situación, afirma su identidad de siervo. Siendo, a la vez una actitud de ejemplo para los reyes, príncipes y sus pueblos; Isaías sirve y vive muy dependiente de Dios.
El texto nos ofrece la oportunidad de volvernos a Dios. Al renovar la vocación de servir, humildemente nos reconocemos como recipientes de un don que evidencia acciones de justicia divina en actos de fe.
Oración: Mientras tu Santo Espíritu obra, otorgándonos tu gratuita misericordia, abre nuestras mentes y corazones, Dios, a fin que tú seas el objetivo y la fuente de nuestra identidad y que nos sigas motivando a servir. Amen.
Patricia Cuyatti Chavez
Isaías 49,4-7