5° domingo después de Epifanía, 5° en el año

Ustedes son la luz de este mundo.
Mateo 5,14

Al comienzo de la Biblia, en Génesis 1, leemos: “Entonces Dios dijo: “¡Que haya luz! Y hubo luz.” Para mí, hasta hoy es algo fantástico cuando amanece el día y la luz lentamente gana lugar sobre la oscuridad. En guaraní hay un saludo de mañana muy poético: “¿Mba’eichapa ne ko’ê?” ¿Cómo fue tu amanecer personal? Con la luz, Dios trajo vida al mundo. Cada amanecer nos trae nuevas fuerzas, ánimo para vivir el día. Acompañar a un enfermo toda una noche puede ser muy cansador, pero cuando los primeros rayos de luz cruzan la ventana parece volver la fuerza, y hasta el enfermo junta nueva energía.
Por supuesto que también la noche tiene su importancia. Es el tiempo para descansar. Pero en la historia de la humanidad la oscuridad ha ganado otro significado. La oscuridad simboliza lo malo, aquello que mejor no hay que mirar, la falta de orientación, actitudes que no son para bien. El texto nos llama a ser luz contra esta oscuridad, a devolverle a la vida esperanza, paz y amor. Cuando éramos niños, solíamos no querernos acostar cuando mamá o papá nos lo decían. No queríamos que terminara el día. ¡Y qué más lindo para un niño que vivir un día con alegría, sin preocupaciones, sin miedo y lleno de ternura! Con nuestra luz podemos traer algo de esto al mundo de hoy. Son las pequeñas actitudes que a veces abren el cielo. ¿Qué puedo hacer yo contra la violencia en el mundo, contra guerras, contra el odio? Mucho puedo hacer en mi pequeño mundo. Hay tantas posibilidades, todos los días, con las que puedo traer más alegría a la vida de los demás, y a la mía también.
Jesucristo es la vida, es la vida del mundo. (Canto y Fe Nº 234)

Detlef Venhaus
Mateo 5,13-16

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