6° domingo después de Epifanía, 6° en el año

Ustedes han oído que se dijo a los antiguos: “No matarás” y que cualquiera que mate será culpable de juicio. Pero yo les digo que cualquiera que se enoje contra su hermano será culpable de juicio…
Mateo 5,21-22

Cuando éramos gurises, criados en un ambiente rural, sin tanta tecnología, teníamos la oportunidad de explorar el ambiente en que vivíamos y desarrollar habilidades propias, juegos y travesuras. Entre los juegos y divertimentos nos gustaba arrojar cascotes o piedras en el arroyo, para descubrir cómo se formaban círculos concéntricos que crecían desde el lugar del impacto a la orilla. Este “juego” mostraba, sin lugar a dudas, cómo una pedrada es capaz de mover gran cantidad de agua y, lo más importante, es que esa fuerza seguía actuando cuando el cascote ya no se veía. Hoy seguimos jugando a este juego de tirar piedras, pero lo hacemos con acciones presenciales y a través de las redes sociales, donde es difícil determinar los alcances del impacto y sus consecuencias. En estos días estuve escuchando un informe sobre el crecimiento de los casos de “Bullying” en la edad escolar (¡siete de cada diez gurises son víctimas de Bullying!). Esto genera enorme sufrimiento en las víctimas. Una de las características de quienes ejercen Bullying es que no pueden ser sensibles con los demás, no tienen empatía. En muchos casos, la actitud violenta es aprendida o ha sido sufrida con anterioridad. La actitud repetida de rebajar a otro, de despreciarlo por distintas razones tiene impactos que a veces llegan al suicidio. El insultar, descalificar, sembrar violencia es una práctica social que no es un juego. Podemos preguntarnos: ¿Qué lleva a alguien o a un grupo a “tirar piedras”? ¿Dónde se cultivó esta actitud? Es bastante sencillo identificar los síntomas, pero es mucho más difícil erradicar las causas. Cada ámbito de la sociedad puede ser usado para potenciar la violencia o para frenarla. Intentemos construir cuidado, sensibilidad y empatía que actúen como un dique de contención. Es una manera concreta de aplicar la enseñanza de Jesús. Amén.

Juan Carlos Wagner
Mateo 5,21-37

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