No endurezcan su corazón, como en Meribá, como aquel día en Masá, en el desierto,…
Salmo 95,8
Vivimos alejados de Dios en nuestros propios caminos. Nos acordamos de él cuando algo nos falta. Los hebreos comían bien de las ollas de los egipcios, pero eran esclavos. En el momento en que falta agua potable, protestan contra Moisés y, lógicamente, contra Dios. Protestar contra Dios, endurecer el corazón contra él. Olvidar lo que había hecho por ellos y reclamar lo que falta; ese es nuestro pecado, igual que los hebreos en aquel tiempo. El reclamo por la falta es la constante en nuestras vidas: reclamos a los padres, a la esposa, a los hijos, a los vecinos, al gobierno…a Dios. Cuando algo nos falta, debemos pensar que Dios proveerá, o hacernos de valor para buscar lo que nos falta, si es que Dios así lo quiere. La demanda constante por lo que nos falta nos quita la perspectiva de la vida, del crecimiento, del desarrollo, del aprendizaje. En el camino de cuarenta años los hebreos en numerosas oportunidades pidieron y se rebelaron contra Dios; hasta el colmo de pedirle a Aarón que les “hiciese un dios”. Jesús nos enseñó a pedir cada día con humildad “el pan nuestro de cada día” y allí, en ese pan, van todas las necesidades que Dios no cubrirá. No endurezcamos nuestros corazones y confiemos en la providencia de nuestro Dios. Amén.
Atilio Hunzicker
Salmo 95,8-11