Me mostrarás el camino de la vida. Hay gran alegría en tu presencia; hay dicha eterna junto a ti.
Salmo 16,11
Queridos lectores: con frecuencia solemos cantar aquella canción de la hermana Sonrisa: “Los caminos de esta vida te conducen de verdad, al Señor que te convida a entrar en su eternidad”.
En verdad, toda la canción, como una metáfora de la vida, nos señala fundamentalmente dos cosas: nuestro paso por el mundo con sus penas y alegrías, y los caminos que todos debemos recorrer y que nos conducen hasta Dios.
Siguiendo con la imagen de los caminos, no nos cabe duda que nuestro transitar por esta tierra se convierte a veces en algo muy difícil. Algo así como intentar escalar una montaña sin experiencia y sin entrenamiento.
A veces, la vida, por alguna razón que desconocemos, nos lleva por caminos sinuosos, pedregosos, donde se hace necesario sortear obstáculos y superar pruebas.
Con esto intentamos decir que la vida no siempre se nos presenta como un bello jardín donde prados y flores cantan con armoniosa voz. O como el cielo donde siempre brilla el sol.
Sin embargo, muchos personajes bíblicos, aún en medio de situaciones dolorosas cantaron con alegría. ¿Por qué? Porque la alegría no siempre está afuera, en lo material, en la libertad, en un buen pasar. La alegría es un estado del alma; es fruto del Espíritu.
Así que, queridos lectores: avancemos seguros por los caminos de la vida, sostenidos por la presencia de Aquel que nos garantiza alegría y dicha eterna junto a Él. Aquí y en la eternidad. Amén.
Stella Maris Frizs
Salmo 16,5-11