Vendían sus propiedades y posesiones, y todo lo compartían entre todos, según las necesidades de cada uno.
Hechos 2,45

Gracias, Señor, por lo que nos das todos los días. Por el nuevo amanecer y por cada regalo que nos brindas, aun cuando hay cosas que ni siquiera las podemos percibir. Por el amor con el que nos abrazas y nos proteges cada noche, dándonos la oportunidad del descanso.
Nos acercamos a ti hoy para que fortalezcas nuestra esperanza y así poder confiar plenamente en ti y poder vivir no sólo bajo tu guía, sino sintiendo que de esa manera estamos más seguros y seguras frente a nuestras propias inseguridades y temores.
Una vez más necesitamos pedirte por todas las situaciones que nos paralizan. Aquellas que no podemos modificar, sobre las que te pedimos que tu mano sanadora y amorosa se extienda y que tu misericordia sea la que permite tiempos nuevos, de paz, serenidad, sabiduría y humildad. Especialmente mira con puntual cuidado a quienes sufren injustamente. Que tu bondad sea una oportunidad para ellos para ver las cosas desde otra mirada.
Ayúdanos a valorar nuestras posesiones y bienes en su justa medida. Para que no nos volvamos egoístas y dependientes de lo que pueda darnos el dinero. Más bien, ayúdanos a valorar nuestros dones y aquellas cosas que en vida nos ha tocado en suerte, para que podamos servir a los demás.
Recuérdanos que así como tenemos la capacidad de multiplicar los bienes, tú nos llamas a la responsabilidad de compartir y vivir en comunión. Por ello, te pedimos que nos ayudes a sostener nuestra responsabilidad de servir, a través de nuestros bienes y dones, a quienes son más débiles que nosotros.
Amén.

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