Estén siempre preparados a responder a todo el que les pida razón de la esperanza que ustedes tienen.
1 Pedro 3,15
“La razón no entiende todas las razones”. Lo dijo con cierto humor. Le habían pedido su opinión sobre las perspectivas de paz de uno de los conflictos que contamos de a miles. “No soy optimista”, dijo, “tengo esperanza”. Y todavía agregó. “Racionalmente soy pesimista, tengo esperanza de puro porfiado”. No supe en qué se apoyaba su porfía. En qué fe fundaba su esperanza.
La carta originalmente está dirigida a cristianos de Ponto, Galacia, Capadocia, Asia. Son perseguidos por quienes no aceptan la propuesta de vida del Evangelio de Cristo. Viven contra corriente. Han cambiado su forma de pensar y ha cambiado por tanto su forma de vivir, recordando la exhortación de Pablo a la comunidad cristiana de Roma.
Hoy la carta está dirigida a nosotros. Debemos ser conscientes de que la aceptación de una propuesta de vida basada en la ética del Sermón del Monte, acarrea como consecuencia la incomprensión, el rechazo, incluso la persecución.
La propuesta de paz del Evangelio que rechaza toda forma de venganza, que llama a una solidaridad apoyada en criterios de misericordia que nos cuesta entender, en una paz que se basa en el perdón, en una forma de relación cuya máxima es el amor al prójimo como a uno mismo aún cuando ese prójimo sea un enemigo, puede producir rechazo y persecución en un mundo guiado por valores opuestos. Se apoya en Cristo, en su vida y en su resurrección que es la muestra inigualable del poder de Dios sobre toda señal de muerte.
1 Pedro 3,13-15
Oscar Geymonat